viernes, 30 de octubre de 2009

Ángeles de hierro

ÁNGELES DE HIERRO.

“¿Qué hay que explicar?”

Para quien no haya visto esta película ahí va el consejo, véanla, merece la pena. He tenido la suerte de poder hacerlo esta semana. Me sonaba el título, conocía a las protagonistas, pero lo que desconocía era la temática. Al estilo de "Mi nombre es Harvey Milk", con un genial Sean Penn, esta película denuncia la situación de la mujer allá por los años veinte del siglo pasado.
El filme es una lucha. Una lucha constante y casi palpable por el reconocimiento de personas que corresponden a un género tantos años olvidado, ocultado, silenciado, pero no acallado del todo. Comienza como todo camino, con pocos avances, con dudas, fallos o disentimientos, pero que poco a poco va siendo cada vez más tangible la realidad, que no es otra que la igualdad “democrática”. Aquí simplemente se busca el derecho al voto para la mujer. Así de sencillo. Tan sencillo como modificar una ley y darles la razón. Así pensaría el presidente retratado en esta película al término, aún muy a su pesar. ¿Acaso hay razón alguna para continuar con esto? ¿Acaso hay que dar razón para algo? ¿Acaso no la tienen ya de por sí? ¿Acaso hay que seguir evitando la proliferación de la otra parte de los/as habitantes humanos/as del planeta? ¿A qué tienen (tenemos) miedo? Es fácil entender o intentar entender, que no compartir, los ideales de una sociedad americana por aquella época. Clases patriarcales, la mujer en el hogar, tener hijos y cuidarlos, y luego, “alimentar” al marido.
Evitaré nombres porque, al fin y al cabo, toda mujer puede ser etiquetada como protagonista, secundaria o extra de esta producción dirigida por una mujer, protagonizada por mujeres y hecha para todas y para todos. Sirve para concienciar y para sensibilizar y contar una historia de mujeres enérgicas e intensas que creen de verdad en lo que se proponen, sin pensar mal, sin juzgar al otro sexo sencillamente por ser del otro sexo, sin juzgar a otras mujeres simplemente por ser mujeres “de casa”. Intentan cambiar mentalidades, formas de ver y discernir la realidad de lo vivido en esas épocas no tan lejanas.
Al principio, las protagonistas entran a formar parte de un grupo de mujeres que quieren tener peso en las decisiones del país, ser ellas mismas las que opinen sin que sea un hombre el que lo haga, pretenden tener voz propia. Se autofinancian, consiguen dinero y se pagan las campañas políticas para viajar por el país en busca de otras mujeres sensibilizadas y sin un pañuelo tapándoles los ojos. Al ver tal ímpetu, la presidenta decide darles la espalda, las abandona, por lo que tienen que entablar la lucha por ellas mismas, sin ayuda, al ver que las mujeres en las que tanto confiaron al principio reniegan debido a favores políticos y la pérdida de credibilidad de la protagonista. Pero no sólo las rechazan las de su antiguo grupo, sino que son las propias vecinas las que lo hacen, cegadas por una vida al lado de un hombre sin más orgullo que levantarse cada día para cocinar, cuidar de sus hijos y salir de compras. Dependencia.
Significativo es el hecho en el que la esposa de un importante senador se ofrece voluntaria para ayudar al grupo feminista de la protagonista. Duda, es rechazada, discute con su marido, despierta, colabora, abre los ojos y se vuelve una activista empedernida. Toma conciencia.
Después de varios golpes, consiguen hacerse oír gracias a la prensa, con la que colabora un periodista, de los pocos hombres que salen en la película que apoya, o casi, el movimiento feminista. El Presidente rechaza toda petición que realizan estas mujeres combativas. Entretanto, estalla la guerra y el país debe unirse, pero ellas no desfallecen y se manifiestan pacíficamente a las puertas de la casa presidencial, por lo que son detenidas y llevadas a prisión, pegadas y vejadas. Impotencia.
La protagonista también es encarcelada. Ante tanta ignorancia colectiva, no ve otra solución que hacer huelga de hambre. Ésta la llevará al límite de sus posibilidades, hasta que, en contra de su voluntad, es alimentada por un tubo que le introducen hasta el estómago. Los que mandan no pueden permitirse el lujo de que una mujer activista y con tanto peso mediático muera en sus cárceles. Temen al mártir, no a la persona en sí. No piensan que pueda ganar y conseguir el voto. Ignoran de qué es capaz. Ella no quiere ser un mártir, no quiere convertirse en símbolo. Tal vez por eso lo acabe siendo. Medidas desesperadas.
Al final es absuelta, de no hacer nada, de pedir algo que no haría falta pedir. Liberada por miedo a quedar mal con la opinión pública. Presión mediática en el gobierno. Sus propuestas son llevadas a la presidencia, ganan, tienen derecho al voto. Éxito.
¿Qué hay que explicar?

1 comentario:

Manuel dijo...

Asombroso y genial a la vez, ver a un hombre hablar acerca de estos temas, lo que supuso la lucha por el sufragio en EEUU.
La película me recuerda bastante a hoy,diferentes mujeres, diferentes formas de defender los derechos de la mujer...
Ninguno es mejor que otro, lo ideal es la unión.
Siguen las malas de la película,que se ponen el cartel de feministas, y hacen de ello una especie de "secta", diciendo quien vale y quien no, cuando se supone que las mujeres luchamos por un mismo bien común y debemos estar unidas.
Estupenda moraleja; una muchacha sin mucho poder consigue el voto femenino en los EEUU, a su manera...
Cien años costó la dura lucha, aprendamos a valorarlo y darnos y valer, y lo más importante, siempre unidas y no bajo los decálogos absurdos propios de sectas de alguna feminista con aires de grandeza.
Me encanta lo que escribes

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