viernes, 30 de octubre de 2009

Persépolis

Persépolis es una película de animación. Pero no es una película de animación “al uso”, no está realizada con grandes avances tecnológicos, millones de efectos y de colores. No. Utiliza el blanco y negro para dejar al espectador centrarse en la historia, como para atribuir esta pieza a un público que no sea el infantil. A esto ayuda, por supuesto, el lenguaje utilizado en casi todo momento por la protagonista, a veces soez, pero claro y directo. Creo que se puede decir que dice lo que muchas otras mujeres han callado durante tanto tiempo y tantos años de represión.
Persépolis cuenta la historia de una niña que vive en el Irán del último cuarto del siglo pasado. Da la casualidad que vive en el entorno de una familia occidentalizada y adinerada, donde el padre goza de un puesto relevante en la sociedad y la madre hace gala de un espíritu crítico y una personalidad propia y condenadora de las desigualdades que están viviendo. Este hecho es el que marca el carácter de la niña. El matrimonio está bastante al margen de costumbres e imposiciones del régimen imperante. Destaca, también, la figura de la abuela, que al vivir en la misma casa pasa mucho tiempo con la protagonista.
A lo largo de la emisión vemos distintos acontecimientos sociales y políticos, leyes que se sacan de la manga los que gobiernan, imposiciones, represiones, etc. Y todo esto visto a través de los ojos de la niña, que nos ayuda a simplificar y a hacernos una leve idea de las penurias e injusticias por las que hubo de pasar el país árabe. Leyes que siempre dejan en el poder a los hombres, es decir, se les niegan derechos inalienables a las mujeres. El caminar solas, orientaciones acerca de cómo deben de vestir, de con quién deben ir, de qué deben hacer… Imposición de forma de vida. En líneas anteriores hacía mención a la abuela. Ésta, de un especial carácter a la hora de orientar y aconsejar a su nieta, sabe de sobra cómo afrontar esta etapa política y social en su país. La protagonista toma esas directrices en gran consideración, puesto que engrandece la figura de su abuela hasta límites solo comprendidos desde la perspectiva de un nieto que admira a su familiar anciano por encima de todo y que intuye que es sabio por todo lo que ha vivido y soportado. En la abuela destacan su incansable saber estar, sus opiniones, su sabiduría y su criterio a la hora de aconsejar a la pequeña, que ya da trazas de ser poseedora de un espíritu crítico con las injusticias y buscador de la igualdad social, así como también de tener una rebelde curiosidad política.
En el filme observamos todo un cúmulo de desigualdades e injusticias con las mujeres, no sólo con la libertad social, sino explícitamente contra las mujeres. No pueden mirar a los ojos, no pueden llevar la ropa que quieren, no pueden estudiar lo que quieren, casi no pueden ir solas a ningún sitio. Ante esto, destacan también aquellas mujeres que reprenden a sus compañeras acusándolas de ir en contra de la religión, del estado, de lo políticamente correcto.
La protagonista viaja al extranjero, como medio de fuga de esa sociedad que no puede satisfacer sus ansias de libertad. Tras una época, se pregunta por qué ella está ahí y sus compatriotas están pasando penurias.
Al regresar “acepta” la forma de vida. Observa que todo ha ido cambiando, que están “solas” ante la represión masculina y del gobierno. Estudia, se forma. Tras una época de breve desánimo, la abuela la hace reaccionar con una serie de frases que son tajantes:
- “Teníamos tantas ganas de ser felices que olvidamos que no éramos libres”. Es decir, se pone de relieve la aceptación de la reclusión religiosa.
- “Todo el mundo puede elegir siempre”. Aquí quiere despertar en su nieta esa conciencia que cree perdida. Esa conciencia libertaria y crítica con todo lo impuesto.
- “El miedo nos hace perder la conciencia y también nos vuelve cobardes”. Esta expresión está relacionada con el hecho de que las mujeres han optado por rendirse, por miedo a ser condenadas y hasta asesinadas, al ir en contra de lo requerido por el poder.
En resumen, la historia presentada en Persépolis es una visión de lo sufrido por una familia, y en extrapolación, una sociedad, en la época en que se encuadran los hechos. La figura de la niña no es más que para sensibilizar a los espectadores, mostrando de manera más cercana y más simple las injusticias y los hechos más transcendentes que obligaron a muchas mujeres a vivir en la oscuridad, ocultando su forma de pensar, sus estudios, su vida, y sin poder mostrar a sus “vecinos” lo mucho que han luchado por tener una cultura, unas costumbres y unos orígenes de los que están completamente orgullosas, pero, por el contrario, unos orígenes en los que, lamentablemente, han sufrido una represión solo mínimamente imaginable, entre otras cosas, gracias a esta película de animación.

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