viernes, 18 de septiembre de 2009

Desvíos de atención.

Asombrado, veo con qué facilidad se perdona una deuda millonaria a un país sudamericano. En total, 81.3 millones de dólares, no sé la cantidad exacta en euros, y tampoco me la podría imaginar. "Manda carallo", diríamos por aquí.
En cuanto me enteré de la noticia, esperé a que EL PAÍS estuviese libre al día siguiente en la cafetería, para que ver cómo abordaban la noticia. Pues resulta que con un artículo bastante pequeño, a tres columnas, pero con no más de 300 palabras. Es una vergüenza! No sólo porque a la hora de meter caña sin importar el color algunos se caguen por los pantalones y sólo apunten en una dirección claramente, sino porque ahora nos suben los impuestos y por otro lado se perdona una deuda así, para que Bolivia apoye a las empresas españolas allí. Hay que joderse!! y mientras, los españoles en España pagando, y pagando, y rascándose el bolsillo. Luego, en cuanto se deba algo a Hacienda, se enviarán circulares pidiendo la condonación de las deudas, (y es necesario utilizar este término, para que quien no lo sepa no se moleste en buscarlo y pase de largo ante la noticia. ¡Qué listos son!). Aquí seguro que pasa!
Ala, que este mundo está hecho para los ricos y para los listos, a condonar se ha dicho!! La pena es que tal y como está montado, los ricos parecen ser los más listos, y no creo que sea así.
El que vea al país desde fuera debe estar muriendose de risa.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

EDUCACIÓN, CUERPO DE PROFESORES, ADMINISTRACIÓN EDUCATIVA Y “SU POLÍTICA”.

Tras un tiempo de observaciones, cavilaciones y sorpresas, he decidido relatar lo que creo que es, a mi juicio, el mundo de la educación, el cuerpo de maestros y la administración educativa.
Ante todo, ante una entrevista, un examen, una prueba de cualquier tipo, uno parte de la dependencia de sus conocimientos, sus habilidades y su capacidad de respuesta y de adaptación a lo que se le pide. Si te has preparado estás nervioso, pero sabes lo qué sabes y partes de la igualdad de condiciones.
El sistema educativo actual depende directamente del gobierno que esté en el poder en ese momento. Ni más, ni menos. Así funcionaba, funciona y funcionará siempre, en este, nuestro país. Disfrutamos de un sistema educativo que fue implantado en otros países hace unos 17 años, con resultados nefastos, y qué hacemos, implantarlo aquí, a ver qué pasa. Luego nos quejamos de si los alumnos y la juventud en general no tienen educación, faltan al respeto a sus mayores, y demás. Los padres delegan en los profesores la educación de sus hijos, pero por el contrario, en cuanto un maestro levanta la voz al alumno, ahí, ahí sí están los padres. Para lo malo y no para lo bueno, pasar tiempo con ellos, dedicarles atención. Es verdad que actualmente esto último no es muy posible. Pasar todo el tiempo que debiera o quisiera un padre o una madre con su hijo hoy en día es complicado, los motivos son conocidos: trabajo, encierro en uno mismo por parte del adolescente, etc. También no es menos cierto que ningún padre o ninguna madre quieran delegar totalmente la educación en los maestros, los primeros quieren estar pero no pueden, por lo que le conceden plena confianza y libertad de movimiento al equipo docente, al menos, en un principio.
Tras esta responsabilidad, a la mínima, son muchos los maestros que optan por avisar al jefe de estudios ante cualquier rebeldía, acto de protesta o blasfemia. Parte de incidencias y para casa unos días. Hartos de tanta mala educación, los maestros echan la culpa a los padres, alegando falta de confianza en su labor, desatención de sus hijos, etcétera. Los padres, echan la culpa a los profesores por no saber enseñar. Ésta es la palabra: la escuela está para enseñar, la familia está para educar. Una convivencia en armonía sería lo idóneo, entre estas dos realidades, junto con la sociedad, se debería educar a niños y niñas, enseñando valores morales, respeto hacia los demás y otras necesidades tanto académicas como personales.
Llegamos a un punto en el que unos están hartos y otros todavía más, y la salida paterna es tomar la vía fácil, ignorar cualquier tipo de colaboración y “machacar” al profesor o profesora de turno si el chaval dice que lo tratan con injusticia en clase. Por otro lado, muchos maestros se obstinan en que se está “quemado” y cogen una baja. Cabe decir que siempre hay excepciones y que también hay una convivencia colaboradora entre padres y profesores.
He asistido durante estos años a una progresiva oleada de comentarios descalificatorios hacia el sector del profesorado, dejadez en sus funciones, falta de profesionalidad, le cogen manía a uno o confabulan en contra de otro para que sea expulsado del centro. Es verdad, son muchos los que al aprobar la oposición y verse en su puesto de trabajo, tranquilos y tranquilas, con un sueldo para toda la vida, y hartos de luchar y, seguramente, de sufrir por la plaza, abogan por una vida sin altibajos, preocupados por sacar adelante a algunos alumnos que vean que merecen la pena, “desechando” a otros muchos, pensando que ya serán los profesionales del futuro quienes se encarguen. “Que si llegan las dos y me tengo que ir a comer”, “que si voy a tomar un café”, “que si para qué me rompo la cabeza con él, si está claro que va a ser un delincuente”, etcétera. Esto ocurre, y es comparable a otros sectores públicos, salvando las diferencias, por supuesto.
Claro que ahora hay menos educación en la juventud, y todos tenemos la culpa, pero en lugar de hablar o escribir de ello los que deciden, deberían atajar el problema, y la respuesta no es darle más “poder” a los alumnos sobre los maestros, ni otorgarle más a estos últimos. La respuesta es, simplemente, educar en el respeto, confiar en la labor docente, trabajar con fines comunes, y analizar todo desde un punto de vista crítico, no partiendo de la premisa de que los que actúan de uno u otra forma lo hacen para hacer el mal, sino porque ignoran los procedimientos.
También quiero hacer mención a un asunto en lo concerniente a la actitud de la sociedad con los maestros, en este caso, de Educación Infantil, y al pequeño grupo de profesores masculinos. Hablo de la “feminización” de este nivel de educación. Me explico. Ante todo, comprendo la actitud de padres y madres hacia la situación de ver a un hombre impartiendo clases de Educación Infantil a su hijo o hija. Y más, tras la multitud de detenciones de esos despojos humanos sin escrúpulos que acechan a indefensos menores ante la pantalla de un ordenador o de cualquier otra manera. Esto lo entiendo, y lo secundo. Me parece lógico. Pero, asombrado, veo cómo un maestro recién salido de la facultad, con conocimientos y buenas notas, tanto en la teoría como en la práctica, no ve que la búsqueda de empleo como maestro de Educación Infantil dé frutos. En este caso me topo con un montón de situaciones en las que se escuchan comentarios como: “claro, es que los padres y las madres prefieren que sea una mujer quien esté con sus hijos”. Un maestro o una maestra imparten educación, y deberían hacerlo en plena confianza, siendo conscientes de que parten con el apoyo de padres y madres. No estoy haciendo una observación machista, ni mucho menos. Creo en el feminismo, y estoy de acuerdo en que muchas veces es una mujer la más indicada para infundir buena educación, visión crítica, valores morales, dulzura e inocencia a los alumnos; me quito el sombrero ante el sector docente femenino. Pero, por otro lado, se están cerrando puertas a un grupo de personas que también pueden ser grandes educadores, pedagogos y docentes de distintos niveles. Todos, mujeres y hombres, hombres y mujeres, deben formar parte de la educación de nuestros hijos. Porque la educación, en fin, es eso, igualdad de sexos y de oportunidades, respeto por la otra persona, cooperación, trabajo mutuo, valores, normas y deberes. Del mismo modo, también son muchos los hombres que se cierran puertas a sí mismos, eludiendo la faceta educativa tan importante en la vida de los alumnos desde los primeros niveles. Así, optan por renunciar a pertenecer a un grupo dedicado a niños y niñas de cero a seis años, y delegar esta tarea en sus compañeras femeninas, quizás por el sentimiento de dejar la responsabilidad de la educación de lado, por temor a no saber educar mejor que una mujer, o simplemente, porque a ellos les ha ocurrido lo mismo. Y así, seguimos renegando de una educación igualitaria, no desde el punto de vista de los alumnos, sino de los maestros. Sea de quién sea la culpa, seguro que todos tenemos parte de ella. Con esto, volvemos al tema que ocupa líneas anteriores, la educación tiene que estar por encima de leyes, políticas, ideales, género y economías. No sin un trabajo en equipo se llega a enseñar valores y educación a los más jóvenes.
En la perspectiva actual, cada alumno tendrá un ordenador para clase, para trabajos, o para hurgar en Internet. En La Voz de Galicia del jueves 10 de septiembre, en la sección de Opinión, hay un artículo de Xosé Carlos Caneiro que habla sobre este aspecto. Entre otras cosas, se refiere a la virtual modernidad en que se encuentra actualmente el sector educativo. Expresa brevemente la idea de lo material, el dinero y su importancia en la sociedad que observan los jóvenes. También hace mención a lo fácil, al hecho de darle todo masticado a los alumnos, para que no aprendan que en el saber estriba el esfuerzo y la curiosidad. Al mismo tiempo, nuestros dirigentes no se ponen de acuerdo sobre la Ley de Educación más adecuada para nuestro país, nuestros hijos e hijas reciben un portátil, para que no se queden atrás con respecto a sus colegas europeos, como si la informática fuese lo más importante. Estoy de acuerdo en que se debe acercar al alumno a las nuevas tecnologías, negarlo sería como estar ciego, pero ya se sabe cómo resultará el experimento. A la gente de a pie, con excepciones, se le echa una mano y piden el brazo. Pasa con todo, ayuda para desempleo, ayuda para la compra de automóviles, ayuda para el alquiler… y así surgen los más avispados, los que se aprovechan de este hecho.
En estos días asistimos a las discusiones de si se les deben dar atributos de autoridad pública a los maestros en la Comunidad de Madrid. Parece que en Valencia ya era así. Esto entra en relación directamente con lo dicho líneas arriba, darle autoridad a unos y no a otros. La respuesta no es dársela a los maestros, sino que se tiene que partir de la educación. Esta idea, en un principio, no es del todo descabellada si se aplica con rigor y a sabiendas de los acontecimientos. Pero tal y como, si fuera el caso, se puede conceder el rango de autoridad pública a los maestros madrileños, también se les debería exigir excelencia en su trabajo, objetividad, calidad y una formación continua más específica y más controlada. Y tal y como se apoya a los profesores en Madrid, también debería haber un acercamiento a los alumnos, preguntarse cuáles son sus intereses, exprimir las cabezas pensantes en educación para tratar de llegar a esos jóvenes. Qué les preocupan, qué los angustia, a qué aspiran, etc. Espero que así sea, si no, otra ley más a la saca, otra polémica, y otro tema para desviar la atención mediática en los informativos. Cuánto daño ha hecho a la imagen de los jóvenes lo visto en Pozuelo hace unos días.

sábado, 5 de septiembre de 2009

LA TELEVISIÓN, ¿MEDIO DE COMUNICACIÓN?

Cuando la tele llegó a nuestros hogares, todos se juntaban frente a ella para ver qué ocurría en el exterior. Esta es la premisa, conocer lo que pasa a nuestro alrededor. Luego llegaron las influencias y las corrientes de otros países, tras comprobar que por ahí fuera hacían las cosas de otra manera. Aparecieron programas de entretenimiento, que hicieron que a la tele se le llamara “la caja tonta”. En muchos aspectos, con razón, pero no se le puede conceder la responsabilidad a este electrodoméstico de nuestra propia ignorancia o mirada hacia otro lado. Cada cuál ve lo qué quiere y cuándo quiere. Y así, luego aparecen jóvenes, y no tan jóvenes, que lo único que desean es convertirse en famoso acudiendo a Gran Hermano, Fama, Supervivientes, Operación Triunfo, o cualquier otro reality show.
Muchos son los que dicen que la televisión muestra lo que quiere ver la gente, que cada uno es libre de darle al botón de cambiar de canal. Es verdad, pero no del todo cierto. Está claro que si un programa cualquiera no es seguido por un determinado número de espectadores, lo cancelan, y hemos sido testigos de numerosos proyectos que, tras una semana de emisión, fueron retirados de la programación. También está claro que así, ofreciendo lo que la gente quiere, lo que la sociedad quiere, se crean hábitos de pasividad, insensibilidad, insolidaridad, falta de pensamiento crítico y de observación objetiva de la realidad, ya que casi siempre, lo que muestran se mueve por intereses partidistas, todo está conectado. La televisión no es libre, lo que nos muestran no lo hacen desde un punto de vista objetivo en ningún momento. Es evidente y conocido por todo el mundo. Pero, de la misma manera en que se gastan ingentes cantidades de dinero en un espectáculo superficial, también se podrían crear otro tipo de programas dedicados a cultura, cine, fotografía, pintura, arquitectura, etcétera, más allá de unos pequeños reportajes de media hora de duración y emitidos a horas intempestivas. Por ejemplo, Cuatro repite hasta la saciedad reportajes que se vieron hace no mucho tiempo, Callejeros ya no da más de sí, nos ayuda a conocer nuestra sociedad y a ser conscientes de los problemas que hay por ahí, pero ya está, estará abocada a su retirada de la parrilla, me temo que en breve. Lo mismo ocurrirá con el famoso Último Superviviente, buen espacio, pero es otra víctima de las reposiciones. Este método sólo funciona con Los Simpson y con CSI. Y así, se dejan llevar por datos estadísticos, share, ratio, prime time, y otras muchas referencias de índole televisiva. Siguiendo con esta cadena, es vergonzoso que dediquen el 50%, o más, del tiempo de noticias a la sección de deportes. Dentro de esta sección hay 4 minutos dedicados a diferentes deportes, luego, 20 minutos de fútbol, con trampas para captar la atención del espectador, igual que en la época de Aquí hay tomate, del mismo estilo, anzuelos mal comentados, imágenes sacadas de contexto intencionalmente, bromas, piques inocentes entre presentadores, y demás comentarios juveniles. Vamos, que queda claro que se lo pasan en grande. No dudo de la talla valía de estos profesionales, pero en la radio ganan mucho más. Pues bien, señores, no todo es fútbol. Así nos va.
Y continuamos, como espectadores, sin ver un cambio de actitud, sin ver algo verdaderamente original. Una cadena emite un interminable y falso concurso de llamadas con una chica (casi siempre es así) animándonos a que marquemos, y va la cadena vecina y hace lo mismo, y luego la otra, y la otra. Y así, perdemos calidad en las emisiones. Hasta cortan para publicidad al mismo tiempo en prime time. Están preocupadas por lo que hace la otra en vez de por lo que enseñan en la pantalla y por los telespectadores. Otro ejemplo, Antena 3. No se le ocurre mejor estrategia para captar espectadores que cortar para publicidad al mismo tiempo las tres cadenas que tiene en TDT, de golpe, en medio de un diálogo. Así, nosotros podemos cambiar de canal. De otra forma, podríamos tener la opción de seguir con Neox o Nova, pero ya se sabe, piensan en datos, no en personas. Dinero.
Por otro lado, y por suerte, siempre están los “siempre mencionados en encuestas televisivas” Documentales de la 2. No me refiero solo a flora y fauna, sino también a esos espacios musicales, tecnológicos o científicos a altas horas de la madrugada. Son como un islote en medio de un océano de ignorancia. Pero La 1 puede hacerlo, tiene más canales. Una propuesta o una solución sería ésta, algún que otro canal temático no estaría mal, no todo son cuatro gallinas formadas en arco de medio punto alrededor de un presentador y soltando pestes del éste o aquélla de turno, durante cuatro horas y media. Pero, de la misma forma, hay gente que lo ve, y también tiene derecho.
En cuanto a Telecinco, es conocido su carácter sensacionalista y su intención de mantener al espectador en el asiento ante la muestra de desgracias y catástrofes. Es su política y su estilo.
Otro tema a parte sería el del inglés. Son algunos los años que nos llevan los países vecinos, salvo excepciones. Así, cerrando puertas al exterior y a la movilidad de la población. Páguense una academia, como hicimos otros, aquí cada uno se salva su barba.

Ya sabemos que España es un país diferente. A las televisiones le importa poco si son menores los que están viendo un determinado sketch que no es muy recomendable por su edad, la culpa la tendrán los padres. Hay legislación al tanto, ley de protección infantil, creo que la llaman, pero no la respetan, mientras no digan nada...

Pero bueno, siempre nos quedará un libro, o un buen disco, o un paseo, o una cerveza con los amigos, o Digital Plus.

viernes, 4 de septiembre de 2009

POLÍTICAS LOCALES Y LIBERTAD

En nuestra sociedad, España, país perteneciente al “primer mundo”, uno tiene la seguridad de la democracia, la libertad, Europa, donde hay posibilidades de salida, de progreso y de llegar a ser un buen ciudadano. Esto es lo que piensan, seguro, muchas de las personas que parten cada día en destartaladas pateras desde las costas africanas, o en sobrecargados vehículos procedentes de la Europa del Este o de otros lugares. Aquí, estudias, te formas, buscas trabajo, lo encuentras, sigues con tu vida, te casas, compras una casa, tienes hijos, te compras un perro, viajas, trabajas en lo que te gusta y llegas a casa cada día satisfecho del deber cumplido. Esto es una vida normal, éxito, lo que cada padre o madre querría que lograse su hijo o hija.

Pues bien, en la sociedad en la que vivimos está de sobra sabido que estas directrices no funcionan de la manera correcta, hay algo que falla. La democracia pasa por momentos en los que se duda de su veracidad año tras año. Hemos conseguido salir de un período en el que al que habría la boca en contra del sistema establecido, se le reprimía, multas, palizas, cárcel, exilio, etc., y ahora, nos hallamos instaurados en un orden político que tiene una cara de libertad de movimientos, libertad que, ya sea económica, de voto, etc., nos otorga poder de decisión, respeto por la propiedad privada, ayuda a los ciudadanos y demás derechos y deberes que se atribuyen a la población. Debajo de este descrito cariz libertario, aparece la verdadera situación. En el Gobierno, unos se echan la culpa a otros en cuanto aparece una mínima dificultad, problema social o injusticia. Es decir, por un lado, nos dan libertad, pero por otro se abstienen de defendernos y pierden el tiempo hablando de lo mal que lo hace la oposición, el de azul, el de rojo, o el de al lado.

A nivel local estás jodido. De una forma u otra tienes que posicionarte. Si vas con el que está en el poder, mal, y los opositores te maldicen. Si vas con la oposición, mal también, el gobierno de turno te hace la vida imposible. Total, que optas por ir de cara, y si preguntan, hablas bien o mal de unos y de otros, indistintamente. Pues aquí, mal también, porque significa que no te casas con nadie y que tienes pensamiento crítico, y entonces, ni favores de un lado ni del otro, ni facilidades de un lado ni del otro. El vecino construye una casa sin licencia, mientras que tú, como libre pensador crítico, tienes que esperar un tiempo interminable por la licencia, y piensas, ya vendrá la oposición a protestar y a hacer justicia. Pues mal también, no hacen nada, se dedican a descalificar al que gobierna. Este segundo, da trabajo a cambio de votos, promete que colocará a todo hijo o nieto de vecino en las listas de futuras vacantes, ofrece empleos bien remunerados, contando con que estarán al lado de casa…, y así, ocurre una especie de “overbooking” a nivel de ayuntamientos, concejalías y demás instituciones que gobiernan los pueblos de menor tamaño, que hace que en un ayuntamiento en el que no debería de haber más que 9 ó 10 empleados, existan hasta 130 contratos de trabajo, con la excusa de ofertar empleo y liberar a los habitantes de penurias en la búsqueda de trabajo fuera de su ayuntamiento. Además, resulta que estos trabajadores, que se ganan su sueldo humildemente, tienen que renunciar a su prestación por desempleo, es lo que llaman contrato de colaboración. Y ahora bien, ¿colaboración entre quién? Es el ciudadano de a pie el que suda y se esfuerza para trabajar, y a cambio recibe hasta el 50% menos de la institución que debería abonarle lo que le corresponde, la otra parte es la prestación por desempleo. Es más, en algunos casos, los propios trabajadores desconocen que desarrollarán su labor cobrando una parte de su salario del ayuntamiento y la otra de su cotización, bien ganada y merecida en años anteriores. Al terminar el contrato, se encuentran en la calle y sin prestación por desempleo. Es decir, quien accede a trabajar con un contrato de colaboración desempeña un empleo a jornada completa, pero cobrando realmente y aproximadamente la mitad de lo que debería cobrar.

En estos casos, a uno le vienen a la mente pensamientos sobre la ingenuidad de la población, de los trabajadores, o sobre la desesperación que tendrán por sacar a sus familias adelante, o demás problemas económicos que sufran. A título personal, creo que cada uno es libre, de hacer lo que desee y lo que necesita para sobrevivir y para pasar estos tiempos de “crisis”, pero, también opino, en relación a este aspecto, que una persona que percibe prestación por desempleo estaría mejor en casa, buscando trabajo justamente remunerado, y no perdiendo ocho o más horas diarias de su vida cobrando la mitad del sueldo que le correspondería.

Esto lo sabe todo el mundo, o el que medianamente esté enterado de cómo funciona el sistema, no es ninguna novedad. Está latente, es verdadero, que flota en el aire, sabido por todos e ignorado por los mismos. Injusto. Si queremos tener libertades, empecemos por tener realmente libertad para elegir a quienes nos gobiernan, libertad verdadera para poder criticarlos, constructivamente, libertad verdadera para poder hablar, porque para eso se hicieron las reuniones sociales ante una barra de bar, libertad verdadera para poder increpar, siempre con educación, lo que hacen los que están al mando del timón, libertad verdadera para elegir al patrón, y no libertad a medias, atenuada por el miedo a la pérdida de favores políticos, esto es, “si no te metes en mi camino, te dejo caminar”.

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