viernes, 4 de septiembre de 2009

POLÍTICAS LOCALES Y LIBERTAD

En nuestra sociedad, España, país perteneciente al “primer mundo”, uno tiene la seguridad de la democracia, la libertad, Europa, donde hay posibilidades de salida, de progreso y de llegar a ser un buen ciudadano. Esto es lo que piensan, seguro, muchas de las personas que parten cada día en destartaladas pateras desde las costas africanas, o en sobrecargados vehículos procedentes de la Europa del Este o de otros lugares. Aquí, estudias, te formas, buscas trabajo, lo encuentras, sigues con tu vida, te casas, compras una casa, tienes hijos, te compras un perro, viajas, trabajas en lo que te gusta y llegas a casa cada día satisfecho del deber cumplido. Esto es una vida normal, éxito, lo que cada padre o madre querría que lograse su hijo o hija.

Pues bien, en la sociedad en la que vivimos está de sobra sabido que estas directrices no funcionan de la manera correcta, hay algo que falla. La democracia pasa por momentos en los que se duda de su veracidad año tras año. Hemos conseguido salir de un período en el que al que habría la boca en contra del sistema establecido, se le reprimía, multas, palizas, cárcel, exilio, etc., y ahora, nos hallamos instaurados en un orden político que tiene una cara de libertad de movimientos, libertad que, ya sea económica, de voto, etc., nos otorga poder de decisión, respeto por la propiedad privada, ayuda a los ciudadanos y demás derechos y deberes que se atribuyen a la población. Debajo de este descrito cariz libertario, aparece la verdadera situación. En el Gobierno, unos se echan la culpa a otros en cuanto aparece una mínima dificultad, problema social o injusticia. Es decir, por un lado, nos dan libertad, pero por otro se abstienen de defendernos y pierden el tiempo hablando de lo mal que lo hace la oposición, el de azul, el de rojo, o el de al lado.

A nivel local estás jodido. De una forma u otra tienes que posicionarte. Si vas con el que está en el poder, mal, y los opositores te maldicen. Si vas con la oposición, mal también, el gobierno de turno te hace la vida imposible. Total, que optas por ir de cara, y si preguntan, hablas bien o mal de unos y de otros, indistintamente. Pues aquí, mal también, porque significa que no te casas con nadie y que tienes pensamiento crítico, y entonces, ni favores de un lado ni del otro, ni facilidades de un lado ni del otro. El vecino construye una casa sin licencia, mientras que tú, como libre pensador crítico, tienes que esperar un tiempo interminable por la licencia, y piensas, ya vendrá la oposición a protestar y a hacer justicia. Pues mal también, no hacen nada, se dedican a descalificar al que gobierna. Este segundo, da trabajo a cambio de votos, promete que colocará a todo hijo o nieto de vecino en las listas de futuras vacantes, ofrece empleos bien remunerados, contando con que estarán al lado de casa…, y así, ocurre una especie de “overbooking” a nivel de ayuntamientos, concejalías y demás instituciones que gobiernan los pueblos de menor tamaño, que hace que en un ayuntamiento en el que no debería de haber más que 9 ó 10 empleados, existan hasta 130 contratos de trabajo, con la excusa de ofertar empleo y liberar a los habitantes de penurias en la búsqueda de trabajo fuera de su ayuntamiento. Además, resulta que estos trabajadores, que se ganan su sueldo humildemente, tienen que renunciar a su prestación por desempleo, es lo que llaman contrato de colaboración. Y ahora bien, ¿colaboración entre quién? Es el ciudadano de a pie el que suda y se esfuerza para trabajar, y a cambio recibe hasta el 50% menos de la institución que debería abonarle lo que le corresponde, la otra parte es la prestación por desempleo. Es más, en algunos casos, los propios trabajadores desconocen que desarrollarán su labor cobrando una parte de su salario del ayuntamiento y la otra de su cotización, bien ganada y merecida en años anteriores. Al terminar el contrato, se encuentran en la calle y sin prestación por desempleo. Es decir, quien accede a trabajar con un contrato de colaboración desempeña un empleo a jornada completa, pero cobrando realmente y aproximadamente la mitad de lo que debería cobrar.

En estos casos, a uno le vienen a la mente pensamientos sobre la ingenuidad de la población, de los trabajadores, o sobre la desesperación que tendrán por sacar a sus familias adelante, o demás problemas económicos que sufran. A título personal, creo que cada uno es libre, de hacer lo que desee y lo que necesita para sobrevivir y para pasar estos tiempos de “crisis”, pero, también opino, en relación a este aspecto, que una persona que percibe prestación por desempleo estaría mejor en casa, buscando trabajo justamente remunerado, y no perdiendo ocho o más horas diarias de su vida cobrando la mitad del sueldo que le correspondería.

Esto lo sabe todo el mundo, o el que medianamente esté enterado de cómo funciona el sistema, no es ninguna novedad. Está latente, es verdadero, que flota en el aire, sabido por todos e ignorado por los mismos. Injusto. Si queremos tener libertades, empecemos por tener realmente libertad para elegir a quienes nos gobiernan, libertad verdadera para poder criticarlos, constructivamente, libertad verdadera para poder hablar, porque para eso se hicieron las reuniones sociales ante una barra de bar, libertad verdadera para poder increpar, siempre con educación, lo que hacen los que están al mando del timón, libertad verdadera para elegir al patrón, y no libertad a medias, atenuada por el miedo a la pérdida de favores políticos, esto es, “si no te metes en mi camino, te dejo caminar”.

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